QUITA SEÑOR NUESTRA ANGUSTIA

DOMINGO DE ORACIÓN

          Cuando menos pensamos hemos caído en problemas y situaciones que nos llenan de angustia y sufrimiento, cuando los sin sabores de la vida nos llegan sentimos que nuestra vida se hunde en un lago cenagoso y por mas que buscamos la forma de salir la situación que vivimos nos esta arrastrando cada vez mas hacia el fondo y no encontramos la forma de salir, todo a nuestro alrededor solo es fango que nos aprisiona y nos arrastra a lo profundo quitándonos las fuerzas y ganas de seguir luchando, en una situación de este tipo se encontraba el salmista cuando clamo al amor, cuidado y misericordia de Dios.

     El salmista David, no fue el único que paso por situaciones adversas en la vida; Dijo: En mi angustia clamé al Señor, y él me respondió. Desde las entrañas del sepulcro pedí auxilio, y tú escuchaste mi clamor.³ A lo profundo me arrojaste, al corazón mismo de los mares; las corrientes me envolvían, todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí. Jonás 2:1-2 NVI, estas son palabras del profeta Jonás, en un momento también que la angustia y la desesperación llegó a su vida.

   En estas oraciones de angustia encontramos la grandeza de nuestra Dios y la humildad de los hombres al reconocer que, aunque estén pasando por situaciones difíciles Dios extenderá su mano para rescatarlos del dolor.

   Otra exclamación por salvación; Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Mat 14:30-31 NVI; el apóstol Pedro sintió que las profundidades del mar acechaban contra su vida, en su angustia clamó a Jesús y recibió la poderosa mano del salvador.

   Siempre pasaremos por valles de muerte, por tiempos difíciles donde nuestra vida se llenará de angustia, en esos tiempos y por muy dura que sea la situación, tenemos que aclamar al dueño de la vida y esperar en Él, nuestra liberación llegará de la poderosa mano de Jesús.

   Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo y pusieron su confianza en el Señor. Salmo 40 1—3 NVI