MIÉRCOLES PALABRAS DE JESÚS
Ciertamente les aseguro que, si el grano de trigo no
cae en tierra y muere, queda solo. Pero, si muere produce mucho fruto. Juan 12:24
NVI
Todos en un momento de nuestra vida tenemos
que hacer una elección importante; vivir para el mundo o vivir para Dios, cuando
hablo de vivir para el mundo quiero decir vivir para todas aquellas cosas que según
los pensamientos sociales me traen bienestar personal, cuando digo vivir para
Dios; quiero decir darle más valor y hacer aquellas cosas que, aunque no me
gustan y pienso que no me son de provecho pero que están conforme los valores
del reino de Jesús.
Jesús con su forma de vida y sus enseñanzas nos mostró que una vida de
victoria no es aquella que se vive para uno mismo, sino aquella que se vive bajo
los mandamientos de Dios y que se vive para Dios, en la historia de los hechos
y enseñanzas de Jesús encontramos esta lucha entre lo que Jesús tenía que hacer
según los valores de Dios y lo que el mundo hacia según los valores del mundo.
Al llegar al punto decisivo donde Jesús elegiría
continuar el camino de la vida para el ser humano o la vida para si mismo que
era lo que le pedían sus discípulos, Jesús muestra; como todo ser humano un
punto de debilidad y angustia, posiblemente no como sentimiento propio sino
como coyuntura para ejemplo del ser humano, para que el hombre entienda que
esta siempre será una decisión difícil.
Nuestra enseñanza conforme los valores del mundo se da en el marco de la
superación y el crecimiento, a todas las personas en nuestro alrededor se les considera
triunfadoras cuando logran superar a las otras personas que forman su entorno,
de esta manera la vida de cada uno se convierte en una lucha de poder y
superioridad, es así como desarrollamos nuestras virtudes y fortalezas, incluso está tan bien definida esta forma de crecimiento que los que no podemos crecer
vemos bien aquellos que si lo hacen, y hoy 20 siglos después de este ejemplo de
entrega y decisión de Jesús lo seguimos viendo como simplemente divino, como un
acto solamente y perteneciente a Jesús.
Morir para vivir; cuando dejo de pensar sólo en mi empiezo a pensar en
el crecimiento de la gente que me rodea, trayendo con esto bendición en los demás,
es así como dejo de vivir para mis propios intereses y empiezo a vivir para los
demás, es así como dejo de vivir para mi egoísmo y ambición personal y empiezo
a vivir para Dios.
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