SÁBADO DE BENDICIÓN
"Somos aquello que
repetidamente hacemos “, decía Aristóteles.
con esta frase vamos a iniciar la reflexión de hoy, sin duda, todos de una
u otra manera nos quejamos de las circunstancias de la vida que nos toca
enfrentar en el día a día.
Una anécdota del hogar; uno de mis hijos se
acerca a la nevera con mucha sed buscando un poco de agua fresca, aunque el
sabe perfectamente que en la nevera no hay agua fresca porque no tenemos la
costumbre de poner agua a refrescarse con antelación, de cualquier forma él
busca el agua pensando y con la esperanza que si él no puso el agua posiblemente
alguien más la podría haber puesto, el resultado es el que él ya esperaba; no
hay agua en la nevera, no le queda otra alternativa que tomar el agua a
temperatura ambiente, pero con el deseo de poder contar en ese momento con agua
fresca, él solo busca suplir su necesidad en ese mismo instante y no toma en
cuanta que puede prevenir otra situación similar para unas horas después o
posiblemente si toma en cuenta que él es el proveedor de sus futuras
situaciones, pero como la necesidad es inmediata, no le da importancia a la provisión
futura.
Este ejemplo es muy sencillo pero muy ilustrativo
de lo que pasa con nuestra vida, no somos provisores de nuestra propia vida,
vivimos el momento; sufrimos y reímos; nos Lamentamos y lloramos; disfrutamos y
gozamos, pero no proveemos para tiempos futuros.
Somos aquello que repetidamente hacemos, si sabemos que nuestro carácter es moldeable por nosotros
entonces tendríamos que hacer todo aquello que nutra nuestra forma de ser, debemos buscar
todo aquello que transforme nuestros pensamientos y sentimientos, de tal forma
que nos haga fuertes y nos llene de satisfacción en todo tiempo.
Nos dice el apóstol Pablo: antes
ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza, que lleva
más y más a la maldad; ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a
la santidad. Rom. 6:19, si todo lo que hacíamos antes; los hábitos, los
pensamientos y las acciones, nos llevaron al sufrimiento y al arrepentimiento,
entonces todas esas costumbres que teníamos eran malas y llevaban nuestra vida
al desorden y al quebrantamiento.
Todo lo que escuchamos, lo que vemos, lo que
leemos y lo que pensamos van forjando nuestro carácter y nuestra fortaleza o nuestra
debilidad, si solamente llenamos nuestra vida de cosas banales y pasajeras en
el momento de la necesidad no tendremos nada de sustento de donde tomar fuerzas
para enfrentar los problemas y los tiempos de angustia.
El consejo del apóstol Pablo es: “ofrezcan
su cuerpo para servir a la justicia que lleva a la santidad”, este
consejo es para que llenemos nuestra vida con la palabra y las promesas de Dios,
que tomemos la fortaleza que solo una vida llena de justicia y de santidad
puede darnos; así en tiempos de incertidumbre todo nuestro ser estará lleno de
fe y las circunstancias de la vida no podrán arrastrarnos y sacudirnos, sino
por el contrario podremos resistir y transformar la situación.
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